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miércoles, 21 de noviembre de 2018

LEVANTAMOS NUESTRA VOZ POR EL CUMPLIMIENTO DE LOS DERECHOS HUMANOS

Un año más los escritores y las escritoras de nuestra provincia queremos alzar nuestra voz para reclamar que en todos los rincones del mundo se cumplan los derechos humanos: independientemente de las razas, de las edades, de los sexos, de las culturas, porque precisamente para que todos sin distinción seamos iguales se proclamaron en su día dichos derechos. 
Y lo hacemos siguiendo la estela que en su día iniciaron en la ciudad mexicana de Ciudad Juárez, un grupo de escritores que se unieron para denunciar los feminicidios que allí estaban sucediéndose. Y a ellos pronto se unieron otros muchos en otros lugares del mundo. 
Pero esto actos de violencia no son desgraciadamente los únicos, ni las mujeres las únicas atacadas, por eso pronto el grito quiso denunciar otras agresiones contra los derechos más básicos, en México, y en otros lugares del mundo, algunos de ellos lugares que presumen de ser países muy desarrollados. 

De momento os avanzamos los dos encuentros previstos, diferentes entre sí, y en distintos espacios y días, para dar voz a más gente. Habrá más, pero todo llegará. 


9 de diciembre: Castrillo de los Polvazares
Taberna cultural "El Trechuro". 

Desde las 18'00 horas nos daremos cita para compartir literatura, música, performances, reflexiones... que nos permitan alzar nuestra voz sobre tanta injusticia que se repite en el mundo y que siempre tienen como objetivo los más débiles: mujeres, niños, ancianos, emigrantes, gente en minoría del tipo que esta sea, pero que acaba convertida en una mayoría afectados por los que siempre pretenden dominar el mundo para sus propios intereses. 
Coordinado por Paz Martínez y Mercedes G. Rojo, si tu propuesta es algo diferente a la lectura de un texto ya sea propio o ajeno, te invitamos a que previamente te pongas en contacto con nosotras para una mejor organización del acto. 
Y si aún no te animas a participar activamente, no importa, igual te esperamos, porque la resiliencia se construye entre todxs


10 de diciembre: León
Día Mundial de los Derechos Humanos

19'00 horas, Salón de actos municipal (entrada por Alfonso V)

Organizado por segundo año consecutivo en colaboración con Nuria Viuda, esta vez con el apoyo de Bibliotecas Municipales, el mismo día 10 nos daremos cita una docena de escritores/as (Aarón A. Alonso, Marcos Castro, Marina Díez, Cristina Flantains,  Marta García García, Mercedes G. Rojo, Delfín Nava, Fernando C. Pérez Álvarez, Felícitas Rebaque, Néstor RojasJosé Antonio Vallejo y Nuria Viuda)y la cantautora Isamil9, para compartir con todos quienes queráis acompañarnos textos propios y de otros tantos autores de todos los tiempos para reflexionar sobre la falta de humanidad que recorre el mundo entero. Oiremos a través de nuestras voces las de Ángela Figuera, Paul Celan, Mario Benedetti, Emily Brönte,César Vallejo, Albert Cohen, Juan Gelman, Rita Segato, Rafael Cadenas, Martin Luther King, y algunos otros, en un acto pensado para remover conciencias. 
No nos falléis, porque nuestra voz también es importante.  

viernes, 14 de abril de 2017

PECADO DE OMISIÓN relato finalista en el I Concurso internacional de relatos sobre violencia de género, organizado por la FUNDACIÓN LUZ CASANOVA, y publicado en el libro LÁGRIMAS DE ESPERANZA.

Hay días en los que la vida te depara sorpresas que no esperabas, provocados por situaciones que habías olvidado o que en su momento te pasaron desapercibidas ¡quién sabe por qué razón! Eso mismo me ocurrió hace unos días cuando recibí en mi correo electrónico una nota de la Fundación Luz Casanova advirtiéndome que, como finalista del I Concurso de relatos cortos sobre violencia de género - organizado para el pasado noviembre -,  pronto me harían llegar el libro en el que el mismo ser recogía.
Y así sucedió el pasado miércoles.

Reconozco que encontrarme entre los 22 finalistas de  los cerca de 550 relatos participantes provenientes de todo el mundo, y de los que aproximadamente la mitad provenían de Sudamérica, ha sido para mí toda una satisfacción no esperada. Primero, por el alto grado de competencia que dicha circunstancia supone. Segundo, por la seriedad que impone a tal concurso el hecho de que se convoce desde una Fundación tan comprometida y con tan larga trayectoria en este campo como es la Fundación Luz Casanova.Y tercero, porque con ello veo de alguna forma recompensada mi larga implicación con el tema de la violencia de género y sus consecuencias, tema sobre el que llevo muchos años reflexionando, escribiendo y trabajando con diversos sectores educativos y sociales para sensibilizar y concienciar de los terribles efectos que produce en toda la sociedad y no solamente en quienes viven estas situaciones.

Tomo prestadas unas palabras de Carmen Sarmiento (periodista especializada en el tema y autora del prólogo del libro para recordar que  "A pesar de las cifras abrumadoras sobre la violencia contra la mujer [...] cada vez somos más las que nos unimos para decir con fuerza en un solo y alto grito: Ni una mujer menos. Nos queremos vivas." En esa lucha incruenta también son cada vez más los hombres que se nos suman, porque ésta es una lucha que ha de realizarse entre todos.

Y en este camino todo suma, también iniciativas como la de la Fundación Luz Casanova que, a juzgar por la respuesta obtenida  ha despertado gran interés tanto dentro como fuera de España, porque es esta una lacra extendida por todo el orbe. Esta entidad sin ánimo de lucro trabaja desde hace muchos años por el desarrollo social de personas en situación de desprotección y exclusión, poniendo uno de sus focos en el colectivo formado por mujeres y menores víctimas de violencia de género.

Los textos que componen la publicación que recogen los relatos premiados y finalistas presentados a esta primera convocatoria internacional, son relatos cortos que "recogen el infierno que viven muchas mujeres, los usos y costumbres que perpetúan la discriminación por cuestión de género, el silencio cómplice del entorno o cómo los hijos se convierten también en «víctimas colaterales». Pero las lágrimas derramadas por estas situaciones, lo son también de esperanza confiada en la capacidad organizativa, la fuerza y la resiliencia de las mujeres para romper los círculos de la violencia". De ahí su título Lágrimas de esperanza, un libro coral que ha visto la luz gracias al empeño y la colaboración de la Editorial San Pablo.

Para mí es todo un honor formar parte de esta antología que espero contribuya a que cada uno de nosotros, cada una de nosotras, ponga de su parte aunque solo sea un mínimo grano de arena en el largo y complejo camino de sensibilización y trabajo para erradicar del mundo (comenzando por nuestro entorno más próximo) esta terrible lacra social.

Por si os apetece leerlo, aquí dejo mi texto. Y es que es hora de que dejemos de mirar hacia otro lado.


PECADO DE OMISIÓN

Cae la tarde cuando regresa a su casa del trabajo. En su calle la espera un revuelo de ambulancias, policía, cámaras de televisión, vecinos curiosos...  A pocos metros de su portal, entre el bullicio del gentío, acierta a vislumbrar un bulto cubierto con una fina manta plateada, de esas que usan los servicios de emergencias cuando acuden a un accidente. Solo que esta vez no ha sido tal. Lo ha sabido en cuanto vio a la policía tratando de librarse de las cámaras y fotógrafos de prensa, y a éstos abordando sin piedad a cuanta persona del vecindario se ponía a su alcance.

Se detiene  a una cierta distancia, al otro lado de la calle, poniendo atención a cuanto se dice con el fin de averiguar  lo que ha ocurrido exactamente. Aunque el acoso impenitente de la prensa se lo hace suponer. Aguza el oído mientras los comentarios se suceden entre el rumor del gentío, afianzando su sospecha

-         Era una pareja de lo más normal ¡Parecían tan enamorados…| Siempre la llevaba cariñosamente cogida por los hombros.

-         Nunca la dejaba sola ¡Se les veía muy bien avenidos…!

-         A veces se les oía discutir. Pero ¡cómo todo el mundo! ¡Normal entre parejas!.

Por si los comentarios no fueran suficientes un golpe de viento arrastra consigo la manta dejando al descubierto, hasta que el gesto rápido de un agente de policía la restituye a su lugar, el cuerpo inerte de la víctima.

Es ella, está segura, la joven vecina que alguna vez se cruzó saliendo de su casa, siempre acompañada, oculta tras esas grandes gafas de sol que tantas veces estaban de más.  Muy maquillada en  contraste con la ropa discreta que vestía. Abandonaba el portal cogida de los hombros por su acompañante, un hombre también joven, atractivo y con don de gentes. Elegante. Parecía empequeñecerse a su lado para pasar inadvertida, ocultando su mirada. Con un gesto siempre triste, le pareció más de una vez al cruzárselos.  Hubo veces en que se preguntó si serían ellos los protagonistas de las broncas que en ocasiones escuchaba al otro lado de la pared de su dormitorio, protegida por el anonimato de la gran ciudad, a pesar de la proximidad de los portales y de esas finas paredes incapaces de guardar del todo tu intimidad, de aislarte de lo que ocurre en la vivienda de al lado. A menudo era muda e invisible testigo de lo que parecían ser arrebatos de celos incontrolados. Ante su repetición más de una vez pensó en llamar  al 016. Pero no llegó a hacerlo nunca.  Oía sus voces, las de él, mientras de ella solo le llegaban oscuros sollozos. Los insultos se alternaban con el choque de objetos diversos  haciéndose añicos contra el suelo. A veces también golpes contra las paredes y de cuando en cuando un sonido sordo, como  un cuerpo cayendo a peso muerto. Y después un más que brusco portazo que hacía retumbar esa fina pared que compartían.

En esos momentos solía tener la tentación de pegarse a la pared y escuchar lo que ocurría  en aquel piso ajeno, tan próximo y lejano a la vez, que marcaba una insalvable distancia con aquella mujer desconocida que sufría al otro lado. Contradictoriamente, la tranquilizaba oír como se deshacía en llanto  hasta quedar exhausta, pues le provocaba la certeza de que, al menos momentáneamente, el suplicio había terminado. En alguna ocasión estuvo tentada de golpear con suavidad la pared, de susurrarle que estaba allí, de hacerle saber que lo había escuchado todo para que sintiera que no estaba sola. Pero le pesaba la estricta educación recibida, esa que imponía un férreo respeto hacia los problemas ajenos. “Nunca te metas en peleas de parejas”, le parecía estar escuchando a su madre. “Lo que ocurre tras la puerta de cada hogar no es cosa tuya”. Y recuerda entonces a la familia que vivía en su mismo portal cuando era niña. El marido que noche  tras noche llegaba borracho y propinaba infames palizas a su esposa, y una retahíla de hijos que aprendieron a esconderse temerosos de los golpes de su padre. Sabía que no eran los únicos. Había más. Pero  sus padres nunca osaron mediar en aquellas nefastas circunstancias. En su defensa se podría argumentar que aquellos eran otros tiempos. Pero ahora a ella, en sus actuales circunstancias,  a menudo le invadía una sensación de remordimiento por no hacer nada. Y hoy, frente a aquel cuerpo derrumbado en el suelo, ese remordimiento fue aún mayor.

Al día siguiente acudió a su trabajo, como siempre. Sus preocupaciones le dejaron en su memoria apenas una nebulosa de lo acontecido el día anterior. Y así durante los días y semanas que continuaron a aquel nefasto día. Hasta que otro suceso lo alteró todo, de nuevo. Hoy percibe algo diferente en el ambiente.  Le toca guardia en el recreo de su centro y al salir al patio ve a un grupo de niños y niñas arremolinados bajo el árbol. Entre sus ramas, abrazado a ellas fuertemente,  un pequeño de ojos  tristes llora desconsoladamente.  Se acerca a calmarle. Murmura continuamente entre sollozos: - ¡Quiero que vuelva mi mamá!

Cuando consigue romper su abrazo y  sujetarlo entre sus brazos lo lleva de vuelta a la clase del pequeño, consciente de que solo su maestra podrá calmarlo definitivamente.

Al finalizar la jornada vuelve a interesarse por el niño y su compañera la pone al tanto de su historia.  Hace  unos días que sufrió una gran desgracia. Su madre cayó por la ventana ante sus ojos. Dicen que fue su padre quien provocó aquella caída. Tenía que conocerlos, vivían en el portal al lado de su casa. Desde entonces sufre ataques de ansiedad y no puede concentrarse en las tareas.

Un escalofrío recorre su cuerpo.  Nunca imaginó que hubiera un niño tras aquella pared  anónima.  Y entonces se preguntó de nuevo que hubiera sucedido si alguna vez hubiera realizado esa llamada y no hubiera cometido ese pecado de omisión que ya nunca podrá perdonarse.

jueves, 23 de febrero de 2017

DÍAS IMPARES visitó La Felguera y dejó un poquito de su esencia en tierras asturianas.

El pasado 20 de enero Días impares viajó a La Felguera (Langreo. Asturias), en el inicio de un año que se presenta de nuevo con prometedores encuentros en torno al libro y en el que, precisamente el próximo 27 de febrero, se celebra su primer año entre el público lector.
El recibimiento que tuvimos en el Centro de Creación Escénica Carlos Álvarez Novoa, no pudo ser más acogedor, al tiempo que resultó un encuentro muy enriquecedor. Un encuentro que pudo hacerse realidad en primer lugar gracias al buen hacer de una buena amiga, Teresa González que desde León promueve la vertiente leonesa de  las Noches de Poesía que han surgido en el centro, organizándolo todo junto al coordinador del Centro, José Ramón López Menéndez, y  a las mujeres del colectivo "Les Filanderes" para crear una velada mágica.Y fue así mismo la voz de un grupo de representantes de este colectivo quienes crearon el ambiente propicio, a través de la selección y lectura de algunos de los textos de Días impares, para seguir hablando y reflexionando sobre el libro y lo que el mismo contiene.
En ese proceso, tampoco puedo olvidar la complicidad del poeta Julio Obeso, que una vez más me acompañó en este nuevo acercamiento a tierras asturianas, promoviendo un coloquio que resultó de lo más sugerente. Y por supuesto de Marcelo O. Barrientos, gracias a cuyo ojo siempre atento podemos contar con la crónica fotográfica del momento. Tanto José Ramón López, coordinador del centro, como Javier Gª Cellino (encargado de las veladas con protagonistas asturianos de las Noches de Poesía), dijeron unas palabras antes de dar paso a una emotiva lectura de textos por parte de "Les filanderes".
          
Fruto de ese encuentro y de las inquietudes surgidas en torno a los textos, acabé mi intervención con la lectura del titulado  "Ahora ya es tarde", que a propuesta de la concejala de igualdad presente en el acto, Blanca Pantiga, fue sugerido al colectivo para su lectura en el  siguiente encuentro contra la violencia de género en el ayuntamiento de Langreo.
Circunstancias como las vividas el pasado mes en el encuentro de La Felguera,  que ayudan al libro a crecer desde el interés despertado en sus lectores/as me emocionan profundamente.
Cada encuentro con el público es un paso más de crecimiento. Gracias por estar ahí, y gracias por escogerme para dar voz a la reflexión que todos, todas,  debieramos hacer frente a esta lacra social.

El libro contiene otros textos que pueden servirnos de reflexión sobre otros temas sociales de interés (igualdad, migración y refugiados, memoria histórica...) pero también sobre los sentimientos de las personas ante las pequeñas y grandes cosas de las vida
Si cada uno de estos pequeños encuentros sirve para que el libro vuele entre vuestras manos y os aporte un pequeño granito de arena a la reflexión sobre pequeños y grandes temas, habré contribuido con un granito de arena a la magia que siempre encierran las palabras.

Gracias por estar ahí


Galería de fotos por cortesía de Marcelo O. Barrientos Tettamandi (MOBT)





















martes, 6 de septiembre de 2016

La exposición fotográfica "Minería: pasado y ¿futuro?, de Julio A. G. Moro, en León. Arropada por textos de una diversidad de autores de la provincia entre los que me encuentro.

Hace poco más de un año Veguellina de Órbigo acogía  una magnífica exposición fotográfica de Julio A. G. Moro, en torno al pasado de la minería. Fue a finales de mayo, y a partir de ahí continuaría periplo por varios puntos de la provincia. Las fotografías están hechas en  uno de los enclaves más conocidos de nuestra cuenca minera y nos dan una visión desoladora de nuestro pasado, a la vez que parecen empujarnos hacia un futuro en el que esos vestigios de la historia se conviertan en un elemento de futuro. 
Yo no conocía personalmente al autor aunque, a partir de una amiga común, tuve la suerte de que contara conmigo para ponerle palabras, concretamente una historia, a una de las fotografías que iban a participar en la muestra, pero finalmente me encantó hablar con él y conocer las inquietudes que por esta tierra le mueven. 
Confieso que la elección de la imagen no fue fácil pues, dentro de su dureza, todas cuentan ¡tantas cosas! Finalmente me decidí por una de ellas que me inspiró el relato que titulé "Pasado en ruinas". Es increíble la cantidad de sentimientos, de emociones, de creación que una buena imagen como las de Julio son capaces de inspirarnos. Tuve la suerte de compartir textos con algunos amigos y amigas como Manuela Bodas, Rafa Saravia, Manuel Cuenya o Antonio Merayo. En aquel momento había otros más que no conocía personalmente, aunque el círculo se ha ido haciendo cada vez más grande. 
Y aunque las fotografías de Julio A. G. Moro hablan por sí mismas y no necesitan de más afeites para provocarnos por dentro, reconozco que la aportación literaria  le proporcionó a la exposición de Julio una dimensión totalmente diferente. 
AHORA tenemos la suerte de poder disfrutarla en León, sin necesidad de salir de la ciudad, gracias a la iniciativa de Fran Kanya, así que no tenéis disculpa alguna para no acercaros. De momento os esperamos este jueves  día 8 en que se celebrará la inauguración oficial, a las 20'30 horas. Allí estará Julio A. G. Moro, el único responsable imprescindible de este proyecto, Fran Kanya que le ha abierto sus puertas para que podamos tenerla un poco más cerca y algunos/as de los/las autores/as que hemos colaborado y que leeremos allí nuestros textos. 
Mientras tanto os dejo un fragmento del mío para abrir boca. 

PASADO EN RUINAS.


Era apenas un niño cuando abandonó aquel complejo en el que su madre le trajo a la vida. Una vida dura que su padre se ganaba a golpe de pico de minero.

Antonio tenía un buen sueldo. No eran pues de los que peor estaban, ya que, además del jornal, la empresa le facilitaba una casa digna en la que vivir. Sin lujos, pero digna al fin y al cabo. Claro que nada podía compensar la dureza del trabajo que quizá era el culpable del rudo carácter del padre.

Lo recuerda sentado en aquel viejo sillón de orejas, derrumbado ante el mundo con su camisa negra y una actitud machista y bronca con su madre. A ella la recuerda con un aspecto servil, incapaz de levantar orgullosa la mirada frente a él ...

martes, 2 de febrero de 2016

HOY TOCA REFLEXIÓN.



UNA REFLEXIÓN CONTRA LA VIOLENCIA MACHISTA TRAS EL DÍA DE LA NO VIOLENCIA.  Por Mercedes G. Rojo.


En un balcón del Palacio de los Guzmanes
1 de febrero de 2016. Una vez más acudo a la concentración de los “Lunes sin sol” convocado en León cada vez que una o más mujeres son asesinadas por violencia de género. Ya no me llegan los dedos de ambas manos para contar el número de convocatorias que se han sucedido en las últimas semanas, sin mediar una sola de tregua.
La concentración se realiza en un emblemático lugar de la capital leonesa, justo delante del Edificio Botines, flanqueada por una pancarta colgada en uno de los balcones del Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación, en la que se recoge el número de asesinadas durante lo que va de año. De frente se ve también, claramente, la que, colgando del edificio del antiguo consistorio, recuerda el número de asesinadas en los últimos años. Dos edificios públicos y artísticamente emblemáticos que forman parte del León monumental visitado por todos los turistas y cuantas personas recorren León.
Convocada cada lunes por uno de los grupos que forman la Plataforma “Lunes sin sol”, este lunes el manifiesto ha estado leído por un hombre que, tras el consiguiente minuto de silencio, ha hablado de otra madre, hija, hermana, amiga…, que ha sido asesinada por el afán posesivo de quien se cree con el derecho de juzgarla y manipularla. Un hombre. Y lo hacía otro hombre que hablaba en nombre de muchos otros así como de las mujeres a las que representaba.
Este martes, también Astorga tendrá un recuerdo para la última asesinada por violencia de género. Una mujer de 46 años, a quien se le arrebató su vida no muy lejos de aquí, en Avilés. Una vez más un reducido grupo de personas (me temo) nos reuniremos ante nuestro ayuntamiento para guardar un minuto de silencio por ella y leer un manifiesto contra un hecho que la propia OMS (Organización Mundial de la Salud) definió ya en 1996 como “un problema de salud pública de primera magnitud, con repercusiones jurídicas”. Pero en el caso de nuestro municipio nada recuerda oficialmente, al resto de la sociedad como sí hacen otras entidades públicas, cuántas mujeres han sido masacradas por esta lacra. Su recuerdo parece no merecer poder estropear la foto de nuestra emblemática “Casa de todos”, aunque  sea por unas horas. Así mismo, parece no merecer tampoco que ningún representante de los grupos políticos que actualmente gobiernan nuestra ciudad (y que apenas hace dos meses presentaban y aprobaban una moción contra todo tipo de violencias) gasten ni siquiera cinco minutos de su tiempo en hacerse presentes, al menos  en nombre de la ciudadanía a la que representan, para rechazar de plano este tipo de actuaciones.
En el antiguo Consistorio de la conocida Plaza de las Palomas.
Mientras esto sucede, queda también atrás el 30 de enero, en el que los colegios españoles celebraban el Día Escolar por la no Violencia. Pasando su víspera  por delante de algunos de esos centros (este año el día caía en sábado, día no lectivo), pude comprobar cómo el alumnado realizaba diferentes actos en sus patios. Al escucharles no pude menos de preguntarme qué sociedad estamos mostrando a nuestra infancia, a nuestra juventud, en la que la falta de respeto a las mujeres sigue quedando patente en la cotidiana forma de actuar de gran parte de nuestra clase política, de profesionales de la prensa e, incluso, de quienes se suponen tienen en sus manos su educación y su futuro. Los ejemplos en la forma de actuar son, muchas veces, lamentables.
Observo, y siento pena de ver como hemos tirado por la borda el esfuerzo de tantos años por construir un mundo más justo para todos. Y para todas. Porque también el uso del lenguaje es “excluyente”. Y si no que se lo pregunten a quienes, en alguna clase de Educación Infantil (con niños y niñas de 3 a 6 años, con sospechas mínimas de ser partidistas en asuntos como éste) han sido testigos de la reacción de las niñas  ante el comentario “inocente” de la maestra (tal vez también de los pocos maestros que dan clase en esta franja de edad). “A ver, niños, podéis salir al patio”. Y el ahora sí inocente comentario de una niña preguntando “Seño, ¿y las niñas qué hacemos?”. Con comentarios como éstos queda claro que nuestra gente más menuda que no entiende aún más que de evidencias, se siente excluida del masculino genérico, que no es más que un convencionalismo impuesto en la lengua con la aparición de la Real Academia de la Lengua.
Si desear un futuro más justo para mi hija y todas las hijas del mundo, en el que no tengan que demostrar dos veces lo que valen por el hecho de ser mujeres;  en el que puedan expresarse libremente y su opinión tenga la misma validez que la de los hombres que caminan junto a ellas; en el que no se las juzgue por su físico ni por su forma de vestir, si no por su valía; … es ser feminista, ¡sí, lo soy!
Si luchar porque existan recursos para aplicar una Ley que busca proteger a las mujeres y a sus hijos e hijas de la sistemática violencia de los hombres que durante siglos han ejercido sobre ellas no solo la violencia sino la humillación en sus más variadas y denigrantes formas, es ser feminista, ¡sí, lo soy!
Si defender que se actualice el lenguaje de forma menos excluyente, porque así lo demanda la sociedad en la que vivimos, en el marco de una lengua que está viva y que actualiza términos y conceptos en función del uso, es ser feminista ¡sí, lo soy!
Si visibilizar el trabajo que durante siglos han realizado las mujeres y los logros que han permitido avanzar a las sociedades de todos los tiempos, para que nuestras niñas y nuestras jóvenes tengan modelos en los que mirarse más allá de los que les impone una sociedad que juega con su imagen, es ser feminista ¡sí, lo soy!
La única pancarta que ha lucido el Ayuntamiento de Astorga en 8 meses.  Ésta no estorba para la foto.
Y para aquellos “navegantes” que siguen pensando que ser feminista es odiar a los hombres y obviar todo lo que día a día aportan a la sociedad (en su condición de personas), les sugiero que miren un poco más allá de sus narices y que se informen bien y sin prejuicios. Porque nada más lejos de la realidad. Entre otras cosas el feminismo (al menos el verdadero) construye, mientras el machismo destruye. El primero parte de un camino para andar juntos y en igual de condiciones, mientras que el segundo parte de la superioridad del “macho” sobre la mujer. El feminismo es valiente; el machismo, cobarde.
Puede que haya quien, entre manifestaciones arbitrarias y contenida rabia, se ofenda cuando alguien le insinúa que muestra actitudes machistas. Yo, se lo aseguro, no me siento ofendida si,  en mi lucha por tratar de conseguir un mundo mejor y más igualitario para cuantas personas conforman esta sociedad en la que vivimos, alguien me llama “feminista”. Antes al contrario, me siento orgullosa de que sean conscientes del trabajo que estoy realizando  para conseguir que esta circunstancia sea realidad y no utopía. Por otro lado, y ya para concluir, recordar también lo que dice uno de nuestros refranes más sabios, y es que  “no ofende el que quiere, sino el que puede”. 


miércoles, 23 de septiembre de 2015

UNA REFLEXIÓN Y UN POEMA PARA OTRA CONCENTRACIÓN MÁS CONTRA LA VIOLENCIA DE GÉNERO. ¿NO PARARÁ NUNCA ESTA BARBARIE?


A pesar del frío y del incómodo viento, una martes más nos hemos convocado en la Plaza Mayor de Astorga para guardar un minuto de silencio por Fuensanta, asesinada la pasada semana por su novio de forma salvaje. Un martes más en que la barbarie se hace presente en nuestra sociedad ante la indiferencia de la inmensa mayoría. 
En esta ocasión pude compartir con las personas presentes mi reflexión al respecto, en parte, mostrada en un poema. Este es el texto completo escrito para tan nefasta ocasión. 
¡Ojalá le sirva a alguien para reflexionar sobre esta realidad! Si conseguimos un efecto cascada tal vez pueda llegar el día en que estas concentraciones no sean necesarias. Lo deseo de todo corazón.

Hace diez años ya que, en León, el movimiento “Lunes sin sol” recuerda, lunes a lunes, a las asesinadas por violencia de género. Unos años después, en Astorga nos unimos a este movimiento de protesta tratando de buscar el día y el momento más idóneo para hacerlo, hasta que, hace algo más de un año, esta cita se trasladó definitivamente a las ocho de la tarde de los martes.
Desde entonces, muy pocas han sido las semanas que – desgraciadamente – nos hemos librado de acudir a esta cita, una cita en la que conseguimos menos respuesta de la que nos gustaría, dada la gravedad de la situación de las mujeres que sufren malos tratos en España, víctimas de la violencia de género.
Desconozco a ciencia cierta las razones para que no se acuda a esta llamada, aunque algunas de ellas puedo intuirlas. Por supuesto que no puedo compartirlas, sino no acudiría a esta cita salvo cuando una fuerza mayor me lo impide.
Pero me sorprendo cuando ante convocatorias como la realizada el pasado miércoles en nuestra ciudad, ante el asesinato de Denise, la peregrina, la respuesta sí que es masiva. Máxime teniendo en cuenta que lo ocurrido, más allá del móvil real que acabó con la muerte de Denise, tiene un transfondo de violencia machista, una violencia más generalizada que la violencia de género puesto que trasciende a la ejercida sobre cualquier mujer por el hecho de serlo, sin necesidad de que exista o haya existido una relación sentimental por medio. Pero ahora no es el momento de entrar a discernir sobre este tema.
Hoy, en este momento, en el que el motivo fundamental es el recordatorio del asesinato de Fuensanta, una mujer de 42 años, que deja huérfanas a dos hijas, perpetrado por su novio a golpes de bate y de cuchillo, quiero compartir con tod@s vosotr@s una reflexión sobre lo que podría sentir una mujer como ella ante lo sucedido. Y quiero hacerlo con el siguiente poema.

CARTA DE UNA MUJER YA OLVIDADA.

He mirado con ojos asombrados a la muerte.
La he visto llegar con un grito atrapado en mi garganta,
sustituyendo a los besos y caricias que un día nos juntaron.
Incrédula,
la he visto llegar sin poder hacer nada ya para evitarla,
mientras se derrumbaba mi cuerpo,
callaban mis labios
y mis ojos se sellaban.
He olvidado mi nombre,
porque también lo han olvidado
quienes pasaban a mi lado,
sin prestar oído a mis angustias,
sin escuchar lo que yo callaba por miedo
y por vergüenza.
He olvidado mi nombre,
porque han sido cientos, miles,
los que he llevado a lo largo de los años.

Pero yo no soy nadie,
solo una mujer más que sufrió en silencio
la tortura de ser maltratada por un hombre.
Una tragedia que había de vivir puertas adentro,
una vergüenza que debía callar
por bien de mí misma y de mis hijos.

Hoy,  que por fin quisiera hablar
y gritar a los cuatro vientos
la injusticia del Estado y de las leyes,
mi voz está ya callada para siempre,
mis vástagos quedaron huérfanos sin remedio,
y mis ojos no pueden llorar más mi desgracia,
porque me pudro bajo tierra,
olvidada para siempre
por la sociedad que mira hacia otro lado, indiferente.

Tal vez mi nombre fue Fuensanta,
Teresa, Susana, RoseMary,
Francisca, Hanane o Tamara.
Tal vez mi nombre pueda llegar a ser
tu propio nombre.
Y tal vez, solo tal vez,
porque sea vergonzante la situación vivida,
porque tengas miedo a ser señalada con el dedo,
porque sientas temor de tus propios sentimientos,
hoy no hagas sentir aquí tu silencio,
ni te atrevas a prestarme tu cuerpo ni un minuto,
para gritar al fin lo que callé tanto tiempo
y  que, hoy, mi tumba o mis cenizas,
callaron sin remedio para siempre. 
Mi nombre  se perderá en el silencio del día a día,
mezclado con los nombres de otros cientos de mujeres
que vivieron su anónima tortura
acrecentada por la indiferencia de las gentes.
Mi nombre es uno más,
pero uno que también encierra una vida y una historia
y que seguirá salpicando de culpa
a esta sociedad que se empeña en mirar hacia otro lado
porque mi desgracia se teje en el día a día de mi casa,
y en el transcurrir de una historia cotidiana.

Y llegados aquí solo te pido: ¡Sé valiente!
Por ti, por mí, por nosotras,
por el futuro de quienes llegarán luego.
Y alza tu voz, y tu silencio,
préstanos por fin tu presencia,
para que nuestro dolor se haga grito
y no quede impune ninguna de nuestras muertes,
esas que no tendrán más que breves líneas
en el relato de la prensa,
esas que olvidarán las vidas que han dejado
marcadas para siempre,
esas que –como cualquier otra muerte –
ya no tendrán nunca remedio.

Este poema lo he escrito para que el recuerdo de Fuensanta, y de tantas otras mujeres anónimas, tampoco se nos vaya nunca de nuestra memoria.  Y que sus muertes no queden impunes y sin servir para nada.

Mercedes G. Rojo.
Astorga, 22 de septiembre de 2015