domingo, 20 de marzo de 2011

LA PANERA nº 33. Último número de la revista.

 Un nuevo ejemplar de La Panera ha visto la luz en estos últimos días. A quienes estén acostumbrad@s a seguirnos no les pasará desapercibida la reducción de páginas en este último número. Son los efectos de la crisis que a todos los rincones llega. Sin embargo, y a punto de haberla perdido para siempre, hemos conseguido que siga adelante, aunque haya sido a costa de sufrir algún que otro recorte. De tamaño, que no de calidad ni de dedicación, tal como expongo en el Editorial de este número. La continuidad se ha debido en parte - o al menos así queremos creerlo desde la redacción de la revista - al público lector que nos sigue. Una revista hecha fundamentalmente por mayores, pero no solo para mayores. Acabábamos de cumplir nueve años. Esperemos contar otros tantos con el interés de nuestros lectores y lectoras en esta nueva etapa que iniciamos.
Y, mientras tanto, aquí os dejo el enlace a nuestro último número. 
¡Qué lo disfrutéis!

LA PANERA Nº 33. Marzo 2011

viernes, 18 de marzo de 2011

UN NUEVO RECUERDO PARA MANUELA REJAS

En la tarde de ayer jueves, durante el acto presentado por la Asociación de Viudas de Astorga, dentro de los actos de la Semana de la Mujer, tuvo lugar otro pequeño homenaje a Manuela Rejas. El mismo surgió a propuesta de una de las integrantes de la Asociación que, desde que esta visitó Astorga en el marco de las X Jornadas de Sensibilización, allá por el 2006, guarda con mimo el poema de Manuela que se repartió junto a los programas. Dicha visita causó gran impacto en muchas de estas mujeres, en quienes esta "ilusionista de la vida" dejó una huella indeleble. 
Fue Efisia Alonso, promotora de este momento que se le dedicó en una Semana que hace dos años tuvo para "la maga Violeta" un reconocimiento por su trayectoria vital, la encargada de leer para todo el público asistente unos versos que, con los acontecimientos que están ocurriendo en las últimas semanas  en lugares como Libia, parecen estar de desgraciada actualidad. 
Efisia hizo, además, para los mismos una personal y emotiva introducción que me ha permitido compartir. 


Efisia Alonso, leyendo los versos de Manuela.
Les leo unos versos que Manuela Rejas escribió. Mujer trabajadora y luchadora, y de gran capacidad humana. Manuela hace un año nos dejó y entró en el cielo, y la recibieron con grandes aplausos, a los que ella ya estaba acostumbrada. 
Manuela, yo te imagino sentada en un trono de gloria que ya te tenían preparado, rodeada de angelitos, disfrutando y riendo con tus cuentos de payasa. 
Manuela, tú no te habrás muerto mientras nosotros te recordemos. 
Manuela, tú no nos has dejado, nos has precedido. No decimos, pues, adiós. Decimos, hasta pronto.



LA MUERTE SILENCIOSA.

                       Por Manuela Rejas García.

Tropezando y con miedo
los cuerpos ateridos
cubiertos de sangre y de cieno
van más muertos que vivos.

La muerte silenciosa
caminando tras ellos
va recogiendo almas
sin el menor esfuerzo.

Niños muertos de hambre
madres enloqueciendo
con sus flácidos pechos
quieren entretenerlos.

La muerte silenciosa
va detrás recogiendo
aquellas pobres almas
dando reposo eterno.

Así... día tras día...
sin alivio, sin pausa
sin ayuda efectiva
solo promesas falsas.

Los niños las preguntan
¿Mamá ... por qué... qué pasa?
Sangre, sudor y lágrimas. 

De nuevo los disparos
siembran terror inmenso
carreras alocadas... Muerte
horror y miedo sin cuento.

La muerte silenciosa
no quiere saber nada
cumple con su trabajo
solo ir cargando almas.

¿Y nosotros...?
¿Nosotros... qué hacemos...?
pues cruzarnos de brazos
nos hacemos los ciegos
queremos disculparnos
¿Qué puedo hacer yo...?

Con esta frase hueca
que dice todo el mundo
¡Este mundo está loco!
y con eso ya cumplo.

La muerte silenciosa
seguirá su trabajo
mientras los hombres locos
sigan así matando.

Yo ahora solo digo
Dios mío... Hasta cuando.
Pon sus manos en ellos.
Da a la muerte descanso.

sábado, 12 de marzo de 2011

CIUDAD SITIADA.

Las puertas son vías de entrada y de salida de las gentes, pero también de ideas. Protección, pero también aislamiento. Apertura al exterior, a otros mundos, a nuevas ideas. El pasado año, Astorga celebraba el 200 aniversario del sitio de la ciudad por los franceses, frente a los que finalmente resultó vencedora. En ese momento yo escribí el poema "Ciudad sitiada" como contribución a la Ronda Literaria que en agosto organizó el Centro de Estudios Astorganos "Marcelo Macías", con el implícito deseo de ver para siempre Astorga como una  ciudad de puertas abiertas, con todas las connotaciones que ello implica. 
Estos últimos días que tan complicados están siendo para tantos países árabes, de los que apenas nos separan unos kilómetros de mar, me han hecho pensar de nuevo en las puertas que la humanidad trata de poner tantas veces al pensamiento, a la evolución, ..., y cuando por casualidad me he vuelto a encontrar con este poema, he pensado en compartirlo como parte de esa reflexión a la que me han llevado estas circunstancias. 
 
CIUDAD SITIADA.

Observó la vieja ciudad custodiada de murallas
dejando asomar las torres eclesiales sobre ella.
Llegaba hasta allí arrastrando sus viejos pies
por el antiguo camino de los peregrinos
buscando el lugar idóneo donde reposar su vejez
y poner en orden ideas y conocimientos acumulados a lo largo de la vida.
Un  día, alguien le habló de una pequeña ciudad
encrucijada de caminos y culturas,
un lugar cuyas puertas permanecían siempre abiertas
al paso y los pensamientos de otras gentes,
un lugar en el que fluían las ideas
entretejiendo lienzos de culturas e influencias,
un lugar en el que la creación siempre encontraba espacios propios.

Y, llegado el momento, su momento,
se encaminó hacia allí, hacia ella,
sus pasos cansados de hollar tantos caminos,
de ir y venir por lugares infinitos,
de entrelazar palabras y experiencias
a lo largo de las horas y los días, de los meses y los años.
Llegó cuando la noche comenzaba a extender su abrazo
sobre sus calles y plazas,
sobre murallas y tejados.

Mas no encontró abiertas sus puertas
sitiada la ciudad por hostiles enemigos,
ensangrentados los campos tras escaramuzas y batallas.
La encontró cerrada a cal y canto,
sus cinco puertas clausuras por enormes cerrojos
y todo un pueblo empeñado en su defensa.

Era la hora en que el sol se derramaba ensangrentado
tras la lejana ladera del Teleno,
en que las piedras del viejo bastión se encendían
con el reflejo oro y grana del ocaso
mientras apura su paso el caminante
al sonido del toque de oración desde el convento,
para que no le sorprenda fuera la noche
y haya de dormir a la intemperie.
Pero hoy parecen dormidas las campanas
y los caminantes desvían sus pasos de la villa sitiada,
alejándose con miedo de las tiendas de campaña del ejército francés 
que invaden la vega rodeando con un abrazo de muerte
a la ciudad y las gentes en ellas refugiadas.
Callan las campanas mientras las últimas sombras
confunden con la noche las murallas.
Sólo alguna luminaria encendida señala los lugares de guardia
mientras un pesado silencio presagia nuevas luchas 
cuando el sol salga de nuevo .

Refugiado en su mantón de viaje,
perdida la mirada en el vacío,
el viajero mira cansado la ciudad  que deseaba alcanzar
para descansar en ella sus trabajos.

Busca abrigo junto a un viejo árbol,
sin perder de vista el lugar donde ahora  sólo presiente
se alzan esas murallas de puertas abiertas
por donde fluyen las ideas y las gentes.
Y se deja adormilar por el frescor de la noche
esperando que el amanecer le sorprenda
despertando de un mal sueño,
la pesadilla imaginada por el cansancio acumulado.

martes, 8 de marzo de 2011

En el aniversario de Manuela Rejas. In memoriam.

Manuela sigue estando presente en la mente de muchas de esas personas que tuvimos la suerte de conocerla un día. Ahora hace un año que se fue, dejando un vacío importante en muchas de ellas. Conocerla fue todo un descubrimiento, una de esas mujeres llenas de vitalidad a la que los obstáculos de la vida no pueden detener, porque tienen claro su objetivo. En un día como el de hoy me hace pensar que ojalá hubiera muchas más mujeres como ella, capaces de decir en todo momento lo que piensan y en enfrentarse a quienes les ponen una tras otra zancadilla. Entonces, como dice el refrán "otro gallo nos cantaría", a las mujeres en particular y a la sociedad en general. Por eso merece seguir la pena recordándola, porque ella representa a muchas otras mujeres, tan anónimas como ella lo fue hasta casi el final de sus días, que luchan día a día por demostrar de lo que son capaces, más allá de los cortapisas que esta "sociedad" que estamos permitiendo  nos sigue poniendo a nuestro paso. 
¡Va por ti, Manuela! Y por nosotras.  
Mercedes G. Rojo
Retrato de Manuela realizado por Ana Cristina Pastrana.
El último truco de una maga buena.Diario de León (7-marzo- 2011)

Ha pasado un año ya desde que Manuela Rejas abandonó este mundo un 6 de marzo. Quienes llegamos a conocerla podríamos pensar que fue el último truco que esta “maga” de profesión y de vida le jugó a la Parca con la que llevaba varios años enzarzada en una dura partida de ajedrez que finalmente acabó perdiendo. Fue como si hubiera calculado que su último y definitivo adiós, sus cenizas en contacto con el agua que alentaron su vida y su imaginación, hubiera de ser dos días después, mientras en tantos lugares de España y del mundo se conmemoraba ese Día de la Mujer, que comenzó siendo el Día de la Mujer Trabajadora. Porque fue Manuela una trabajadora incansable que ejerció muchas y variadas profesiones. La más querida por ella “la de ilusionista”. Una profesión ejercida por hombres hasta que Manuela consiguió, siendo menor de edad en una España que era proteccionista  y discriminatoria con la mujer, su carnet profesional, sin el que no podía ejercer. La instaban a que se conformase con el papel de ayudante, pero era ella quien sabía y realizaba los trucos. Así que no se conformó. Como tampoco lo hizo en muchas otras facetas de la vida. Su vida quedó para siempre recogida, como ejemplo de tesón y fuerza de voluntad, en el documental que el equipo capitaneado por el productor Paco Tovar desde tierras onubenses realizó sobre su vida, “Violeta y el baúl americano”.  Un ejemplo que pone de manifiesto la capacidad de lucha y superación de tantas y tantas mujeres que han estado supeditadas a un mundo de hombres en el que sistemáticamente se ahogaban sus ilusiones y sus capacidades.
    Murió un día de marzo y sus cenizas se fueron río abajo, en un último aliento de viajera incansable, de ciudadana del mundo, un 8 de marzo, ahora hace un año. Y su recuerdo volverá a nosotros ligado siempre a este día que llevamos ya cien años celebrando como Día Internacional de la Mujer, y de la Mujer Trabajadora, que lo somos todas. Una vez más, hasta siempre Manuela. Y gracias por tu legado.
Realizando trucos de magia en la Cena del Día de la Mujer. Semana de la Mujer. Astorga. 2009

UN AÑO SIN MANUELA, UN AÑO SIN SU MAGIA. (El Faro Astorgano, 8 de marzo de 2011)

    Era el 6 de marzo del 2010. Estábamos a punto de dar comienzo a la inauguración de una nueva Semana de la Mujer en Astorga, cuando sonó mi teléfono. En cuanto oí la voz al otro lado del hilo que me decía “Soy Manuela”, lo supe. La otra Manuela, la que nos había unido, la que nos había hecho encontrarnos, la que había estado llenando de magia por la vida… y de ilusión… y de “tirones de orejas”… estos últimos años en que nos habíamos conocido, la que era capaz de romper todas las cadenas y las rejas de las prisiones mentales y sociales, como si el llevarlas en su propio nombre fuera el mejor conjuro para lograrlo, nuestra Manuela Rejas, había muerto. “Acaba de morir Manuela”, me confirmó su voz.
    Algo me lo había hecho intuir incluso antes de que pronunciara en voz alta estas palabras. Tal vez la desagradable sensación que me acompañaba desde el día que, desde su Veguellina adoptiva, descolgó el teléfono por última vez para llamarme y me pidió que anulase el homenaje que le estábamos preparando. Las palabras comenzaban a enredársele en la lengua antes de ser expresadas, pequeños olvidos laceraban con dolor su siempre despierta y aguda memoria, y ella ya no estaba segura de poder recuperarse a tiempo. Creo que en aquel momento ya supo que había perdido definitivamente la partida de ajedrez que durante tanto tiempo mantuvo con la Parca, justo cuando las palabras, en las que tanto se había apoyado a lo largo de su vida, comenzaron a fallarle. Yo, simplemente, lo temí. Efectivamente, cerca de un mes después de este suceso, todo se precipitó.
    Casualidades de la vida, Charo Acera la había incluido en su discurso, en las notas que leyó sobre su obra. La había conocido fortuitamente en el hospital donde pasó las últimas navidades afectada de nuevo por la enfermedad, que de vez en cuando le jugaba tan malas pasadas, sin perder la ilusión, sin olvidarse jamás de la magia que trascendía de ella más allá de los trucos que aún practicaba.  También quedó prendida en su fuerte personalidad. Y tuvo para ella un recordatorio en su presentación como Mujer artista de la Semana de la Mujer,  que, sin saberlo, se convertiría en una jaculatoria,  ya que esta mención le llegaba ahora a modo de pequeño y póstumo homenaje.
    Fue un seis de marzo. Tal vez estuvo peleándose hasta el último momento con la cruel portadora de la guadaña, para que su última despedida con la vida, sus cenizas discurriendo río abajo por su amado Órbigo, coincidiera con el 8 de marzo, Día de la Mujer, que comenzó siendo – ahora hace cien años – Día de la Mujer Trabajadora. Lo que ella siempre fue. Una trabajadora incansable que pasó por la vida rompiendo esquemas, buscando hacerse un hueco en un mundo hecho por y para los hombres, demostrando a quienes se encontraba en su camino que cuando una mujer se lo propone no encuentra limitaciones en su hacer profesional. Hizo uno de los primeros trucos de su vida al conseguir, aún menor de edad, un carnet profesional que le permitió mostrarse al mundo como ilusionista, y no como una simple ayudante pese a la insistencia de todos. ¿Por qué iba a ser así si la que realizaba los trucos era ella? Y ya no paró. Nunca se detuvo, incluso realizando ante la muerte, una y otra vez, uno de los trucos más difíciles, el del “escapismo”. Porque ella aún no podía irse, siempre le faltaban cosas por hacer.  Hasta que, definitivamente, una fría tarde de marzo,  algo salió mal, y el truco fracasó. Y se fue para siempre.
    Ya ha pasado un año desde su muerte y aún somos muchas las personas que seguimos recordándola. Recordando su fuerza de voluntad ante la adversidad, su tesón ante el trabajo, sus ganas de superarse. Un ejemplo vivo de lo que la fuerza de voluntad, la ilusión y el empeño constante puede conseguir en cualquier persona, pero muy especialmente, en cualquier mujer. A quienes tuvimos la suerte de conocerla, nos queda el recuerdo vivo de las horas compartidas con ella, de sus experiencias, de sus conversaciones. A quienes no han llegado a conocerla, al menos les quedará la posibilidad de acercarse a ella a través del último de sus libros, el más mimado por su afán de escritora, el más desgarrador, el que encierra muchos de los más duros momentos de su vida, “15 historias en carne viva”. Y también a través del documental que el equipo de Paco Tovar (llegados a estas tierras desde Huelva) realizó en su día sobre su biografía, y que ha llevado su testimonio y su presencia por medio mundo. “Violeta y el baúl americano” es un canto a todas las mujeres que en una época muy dura para las mismas lucharon por salir adelante en ese mundo de hombres y para hombres al que ya he aludido antes, con coraje, con decisión, sin vacilar lo más mínimo en sus convicciones, a pesar de las zancadillas que la vida iba poniéndoles a su paso. La vida de Manuela es una de esas pequeñas “grandes” biografías que pueden ayudarnos a crecer y a cambiar, a recordar que la Historia se escribe día a día gracias a muchas otras pequeñas “historias”, y que los avances sociales se consiguen por la suma de esfuerzos y decisiones que tantas personas como ella han vivido en su cotidianeidad. No he tenido la suerte de conocer a muchos más personajes de este calibre, pero gracias a Manuela sé que han existido y, estoy segura de ello, siguen existiendo.
    Por eso, en este  2011 en el que se conmemoran cien años de la necesidad de celebrar un Día de la Mujer, que comenzó siendo Mujer Trabajadora, a un año ya de su muerte, quiero recordar de nuevo a Manuela Rejas y darle las gracias en nombre de tantas personas que la conocieron, por estar ahí y por permitirnos descubrirla. Su último truco frente a la Muerte nos hará tenerla presente de nuevo, al menos, cada 8 de marzo, mientras se conmemora, año tras año, ese Día de la Mujer
Manuela Rejas,junto a la Concejala de Mujer y Servicios sociales, las participantes en el homenaje y representantes de las Asociaciones de Mujeres, el día de su homenaje en la Semana de la Mujer del 2009. En muchas de ellas dejó un recuerdo ya imborrable.

EPITAFIO. De y para Manuela Rejas.


           Fue una de esas tardes en que Manuela y yo compartimos confidencias alrededor de una mesa, que me confió el texto que había escrito pensando en su muerte. A mí me conmovió ver la naturalidad con la que ella parecía aceptar que algún día la partida de ajedrez que tenía iniciada con ella iba a terminar con su derrota definitiva.
            Hoy, que hace un año en que tus cenizas se fueron río abajo, tal como tú querías, me acercaré a la orilla del Órbigo y las leeré de nuevo en voz alta, segura que tu presencia en el infinito podrá oírla y sentirla como un homenaje de quienes te conocimos y te quisimos. 
            Una vez más, descansa en paz, Manuela. 

A MODO DE EPITAFIO.

Cuando leáis estas letras
sabed que las escribo
con el alma en la boca.
El mejor homenaje que deseo
es pediros de todo corazón
que no lloréis mi muerte
que no dure la pena
Pensad que yo parto contenta
pues viví una vida plena,
sé que en cada rincón yo
estaré presente en vuestras vidas.
Una rosa, un cuadro, una fotografía
os hablarán de mí contantemente.
Quiero pensar que mis palabras
sirven de homenaje y de cariño.
No lloréis por mí ¡Os lo suplico!
Me voy feliz, sin pena.
Ojalá, siguiendo mi consejo,
seáis felices mirando mis recuerdos. 
Además... yo no me iré del todo.
Seguiré volando por el aire,
por el sol, por las nubes.
Al florecer las rosas, las robaréis
y las llevará el río…pensaréis  
en lo feliz que con vosotros he sido.
                                   (Manuela Rejas)