Cuando alguien nace a la vera del Camino, y crece viendo pasar de cuando en cuando extraños caminantes llevando una mochila a sus espaldas, destrozados los pies y errante la mirada en muchos casos; cuando te despiertas escuchando al amanecer el acompasado ritmo de un bastón rompiendo el silencio de la mañana, mientras los últimos resquicios de la noche aún se prenden, perezosos, en las torres que vigilan el paso del caminante; te sorprendes un buen día comprendiendo que lo que verdaderamente te queda de dicho Camino no son los grandes monumentos, ni siquiera los magníficos paisajes que el mismo recorre y que se van sucediendo en su inmensidad. Lo que verdaderamente llega, lo que toca el corazón y se queda para siempre prendido en la memoria, son los pequeños detalles, a veces humildes gestos, insignificantes indicios que hablan de las personas que lo recorren y que, en él, se encuentran, que crean lazos, que urden historias, algunas de las cuales serán seguramente efímeras pero otras durarán para siempre.
Con Viti y con Chayo en la inauguración de la muestra. |
Finalmente, dada mi actual situación en la política, el apoyo no pudo ser todo el que yo hubiera deseado. Pero afortunadamente el proyecto siguió adelante y hemos podido disfrutar durante todos estos días de una fantástica muestra en la que el carácter de cotidianeidad y de universalidad al mismo tiempo que Ángel Alonso ha sabido recoger en esta colección de instantáneas, se nos ha mostrado en un lugar también emblemático en esta ciudad que se abre al Camino de Santiago. Que el lugar tenía que ser la capilla de San Esteban, estuvo claro para los dos desde el primer momento. Y hoy, a pesar del cambio de circunstancias políticas, es allí donde se ha expuesto “Verano de mochilas y bicicletas”, una muestra que no nos habla de la monumentalidad de un Camino que se ha convertido en Patrimonio de la Humanidad. Pero sí de los pequeños gestos, de los encuentros, de los momentos de sorpresa, de ese factor humano, que es el único que puede conseguir que su esencia permanezca en el tiempo con todo lo que tiene que aportar y que transmitir.
Porque esa es la verdadera grandeza del Camino. Y eso es precisamente lo que nos muestran las fotografías de Ángel Alonso. Él dice que no pretenden ser imágenes artísticas si no un reportaje de lo que a nivel humano descubres en el Camino. Sin duda lo ha conseguido. Pero su mirada de reportero gráfico ha jugado también con los encuadres, con el ritmo o la pausa que transmiten las imágenes plasmadas. Con las emociones y las sensaciones de cada uno de los personajes y momentos retratados.
Dice que en muchas de ellas se ve reflejado en el momento de realizar ese Camino. Y también lo sienten así – he podido comprobarlo – muchas de las personas que, habiéndolo realizado, pasan ahora por la muestra.
Las bicicletas forman parte del paisaje del Camino, aunque éstas no pertenecen a la colección de Ángel |
La exposición está llegando a su fin, pues se clausura este sábado día 5. Pero aún tenemos tiempo para apurar las últimas horas y deleitarnos, en sus fotografías, con la belleza de lo más pequeño, que es lo que sirve de elemento diferenciador para construir lo más grande.
Sin duda os merecerá la pena. A mí, particulmente, me ha merecido la pena apoyarla en su momento y, sobre todo, disfutarla y ser testigo de como lo han estado haciendo los cientos de visitantes de todo el mundo que por ella han desfilado todos estos días.
Enhorabuena, Ángel, por tu éxito y gracias por haberme permitido ser parte del proyecto.
Sin duda os merecerá la pena. A mí, particulmente, me ha merecido la pena apoyarla en su momento y, sobre todo, disfutarla y ser testigo de como lo han estado haciendo los cientos de visitantes de todo el mundo que por ella han desfilado todos estos días.
Enhorabuena, Ángel, por tu éxito y gracias por haberme permitido ser parte del proyecto.
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