Pasó caminando junto a la vieja
cancilla.
La memoria retuvo sus pasos
y voló su mente por encima del
muro.
Dentro,
donde el prado aún verdeaba
y el viento entrelazaba
invisibles hilos
entre las ramas,
se prendían viejas risas
infantiles
en un puzle de hojas y de
flores.
Miró hacia dentro.
La vieja cancela de madera
carcomida
permitió, una vez más, sobre
ella,
la mirada de sus ojos.
Pero en la pradera, entre los
árboles,
no encontró nada más que sus
recuerdos.
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