El pasado
viernes 22 de octubre, recaló en Astorga, una vez más, la escritora Carmen
Martínez, una bilbaína con profundas raíces astorganas. Y digo una vez más porque esta poeta suele
visitar la ciudad para compartir en la misma tanto su poesía como la de grandes
nombres de la historia poética española,
en cuidadas selecciones que recita de manera intensa y personal.
En esta
ocasión, la velada, organizada desde la Asociación Musas (Mujeres de Astorga y
comarca) bajo el sugerente título “Engarzando versos” tenía como motivo
fundamental acercarnos su último poemario
“Ese inmenso amor… que duele
tanto”.
Es este el
undécimo libro que Carmen Martínez nos regala. Sin duda el más maduro de todos
ellos, el más depurado, el más evolucionado. Un libro con el que quiso poner
fin a una dura etapa de su vida y que transita fundamentalmente por las sendas
del dolor, aunque también aparezcan en el mismo el resquicio de la esperanza. Y es
que según palabras de la propia Carmen “Yo la felicidad, la vivo. El dolor, lo
escribo”.
Se podría
escribir largo y tendido de lo que es para Carmen la poesía. Una poesía que
escribe, que siente y de su tardía aunque intensa llegada a la
misma. Centrándonos en la escritura de
este último “Ese inmenso amor… que duele
tanto”, al leerlo surgen una serie de preguntas como qué es lo qué lleva a los
poetas a escribir; de dónde sacan las
palabras que sirven para curar el alma o por qué dejan la herida en carne viva
para permitir que supure todo el mal que lleva dentro y que salga, con ello,
todo el dolor, antes de que la misma logre cicatrizar.
que dice como si quisiera vivir deprisa para tratar de recuperar
todo el tiempo que se le escapó antes de llegar a ella, pues siempre comenta
Así es como
se siente esta última obra de Carmen Martínez, una obra doliente que va más
allá del dolor propio porque en sus palabras somos capaces de sentir ese dolor
que, alguna vez, todos hemos llevado dentro y ante el que, en ocasiones, hemos
tenido que claudicar. Solo hay que leer su poema “Amarrar la impaciencia” para
comprobarlo.
Hoy toca
encerrar la ira
y
disfrazarla de templanza.
Hoy toca
sujetar los caballos de la impaciencia
y
mentirte con excusas excusando
a quien no cumple sus promesas.
Hoy toca
trocear la prisa y congelarla en pedacitos,
transformándola en laxa espera.
Hoy
toca
amarrar lo que no entiendo,
tolerar lo que no tolero,
comprender lo
que no comprendo.
Hoy toca
claudicar.
En otras
ocasiones algunos de sus poemas son puros pensamientos, reflexiones íntimas que
nos llegan como “fogonazos” de lo que el paso de la vida nos va dejando a cada
paso, como nos lo cuenta en el poema que comienza con ese mismo título
“Fogonazos”.
Hay algunas cosas que
quisiera
aprender
para dejar de sufrir.
Y otras muchas que quisiera
olvidar
para no sufrir tanto.
La velada
astorgana con Carmen Martínez no fue una presentación al uso más, pues ella prefiere
siempre regalar su poesía a través de su voz que hablar sobre ella, en ese estilo
tan personal y tan vibrante que llenó de
silencio y emoción la sala del hotel Gaudí en la que se llevó a cabo el acto. Un
acto que se inició con el saludo de
Marián Fuertes, miembro de la Asociación MUSAS, que se confesó arrastrada a
leer poesía tras haberla escuchado en la Feria del libro de La Bañeza, un momento
en el que la emocionó su palabra. A continuación, por invitación de la poeta, yo misma expuse unas pequeñas reflexiones
personales sobre su obra y su persona,
para continuar, durante aproximadamente media hora, con el regalo de la voz de la propia Carmen
que “engarzó” sus versos con reflexiones personales sobre lo que para ella significa
la poesía desde que llegó a la misma y con la interpretación musical (a capela)
de algunos poemas que amigos suyos le han musicado.
El acto poético concluyó
con la intervención de un importante número de asistentes al recital, en una
generosa invitación de la escritora a compartir sus versos que dejó a
disposición del público al comienzo del acto, “porque no hay mayor regalo para el poeta que
oír sus palabras en la voz de otros”.
Este pasado
viernes, en Astorga, fue el tiempo de la voz de Carmen Martínez. De su voz y su
poesía. Ojalá muy pronto (en ello trabajamos) podamos escucharla también en
este León nuestro. Merecerá la pena.
De izda a dcha: Mercedes G. Rojo, Carmen Martínez (la autora), Chayo Roíg (presidenta de MUSAS) y Marián Fuertes (presentadora del acto) |
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