lunes, 31 de agosto de 2015

VERANO DE MOCHILAS Y BICICLETAS. UNA CRÓNICA FOTOGRÁFICA DE LA COTIDIANEIDAD Y LA UNIVERSALIDAD DEL CAMINO DE SANTIAGO A SU PASO POR ASTORGA

Cuando alguien nace a la vera del Camino, y crece viendo pasar de cuando en cuando extraños caminantes llevando una mochila a sus espaldas, destrozados los pies y errante la mirada en muchos casos; cuando te despiertas escuchando al amanecer el acompasado ritmo de un bastón rompiendo el silencio de la mañana, mientras los últimos resquicios de la noche aún se prenden,  perezosos, en las torres que vigilan el paso del caminante; te sorprendes un buen día comprendiendo que lo que verdaderamente te queda de dicho Camino no son los grandes monumentos, ni siquiera los magníficos paisajes que el mismo recorre y que se van sucediendo en su inmensidad. Lo que verdaderamente llega, lo que  toca el corazón y se queda para siempre prendido en la memoria, son los pequeños detalles, a veces humildes gestos, insignificantes indicios que hablan de las personas que lo recorren y que, en él, se encuentran, que crean lazos, que urden historias, algunas de las cuales serán seguramente efímeras pero otras durarán para siempre.
Con Viti y con Chayo en la inauguración de la muestra.
Esa fue la sensación que me embargó cuando un día se presentó en mi despachó Ángel Alonso para presentarme su proyecto de exposición para el verano. Un proyecto que rezumaba la pasión del hombre, del periodista y, sobre todo, la pasión del peregrino. Un proyecto que se fue fraguando en torno a cientos de gestos repetidos día tras día, año tras año, generación tras generación, para hacer Camino. Más allá del sexo, de la edad o de la nacionalidad de quienes lo recorren desde hace tantos siglos. Gestos que le dan ese carácter de universalidad que hoy, en pleno siglo XXI, sigue convirtiéndolo en un hito especial que deja marcas indelebles en cuantas personas lo han recorrido.No pude resistirme a ese embrujo de la universal cotidianeidad que se nos brindaba como oportunidad en una ciudad que late en el Camino, para fijarnos en lo más pequeño, en esos rostros que buscan el descanso en nuestros bancos, en los rincones más insospechados de nuestras calles y espacios.Y por eso, en aquel mismo instante le comprometí mi apoyo en cuanto estuviera en mi mano para hacer realidad dicho proyecto.
Finalmente, dada mi actual situación en la política, el apoyo no pudo ser todo el que yo hubiera deseado. Pero afortunadamente el proyecto siguió adelante y hemos podido disfrutar durante todos estos días de una fantástica muestra en la que el carácter de cotidianeidad y de universalidad al mismo tiempo  que Ángel Alonso ha sabido recoger en esta colección de instantáneas, se nos ha mostrado  en un lugar también emblemático en esta ciudad que se abre al Camino de Santiago.  Que el lugar tenía que ser la capilla de San Esteban, estuvo claro para los dos desde el primer momento. Y hoy, a pesar del cambio de circunstancias políticas, es allí donde se ha expuesto “Verano de mochilas y bicicletas”, una muestra que no nos habla de la monumentalidad de un Camino que se ha convertido en Patrimonio de la Humanidad. Pero sí de los pequeños gestos, de los encuentros, de los momentos de sorpresa, de ese factor humano, que es el único que puede conseguir que su esencia permanezca en el tiempo con todo lo que tiene que aportar y que transmitir.
Porque esa es la verdadera grandeza del Camino. Y eso es precisamente lo que nos muestran las fotografías de Ángel Alonso. Él dice que no pretenden ser imágenes artísticas si no un reportaje de lo que a nivel humano descubres en el Camino. Sin duda lo ha conseguido.  Pero su mirada de reportero gráfico ha jugado también con los encuadres, con el ritmo o la pausa que transmiten las imágenes plasmadas. Con las emociones y las sensaciones de cada uno de los personajes y momentos retratados.
Dice que en muchas de ellas se ve reflejado en el momento de realizar ese Camino. Y también lo sienten así – he podido comprobarlo – muchas de las personas que, habiéndolo realizado, pasan ahora por la muestra.
Las bicicletas forman parte del paisaje del Camino, aunque éstas no pertenecen a la colección de Ángel 

No hay grandes paisajes, es verdad. No encontramos recogidos magníficos monumentos. Pero la auténtica esencia del Camino está en todas y cada una de estas fotografías con las que hemos podido deleitarnos, una y otra vez hasta aprendernos de memoria todos sus detalles. Con un valor añadido, el de poder hablar con el autor de las fotografías y compartir con él esa experiencia peregrina.
La exposición está llegando a su fin, pues se clausura este sábado día 5. Pero aún tenemos tiempo para apurar las últimas horas y deleitarnos, en sus fotografías, con la belleza de lo más pequeño, que es lo que sirve de elemento diferenciador para construir lo más grande.
Sin duda os merecerá la pena. A mí, particulmente, me ha merecido la pena apoyarla en su momento y, sobre todo, disfutarla y ser testigo de como lo han estado haciendo los cientos de visitantes de todo el mundo que por ella han desfilado todos estos días.
Enhorabuena, Ángel, por tu éxito y gracias por haberme permitido ser parte del proyecto. 

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