En la madrugada de hoy se cumplirán 79 años del asesinato de Federico García Lorca, uno de los poetas más insignes de nuestra literatura y de la literatura universal, acusado por las fuerzas fascistas del bando sublevado en España de ser homosexual y de colaborar con los rusos.
Con dicho asesinato, cometido con total impunidad en un camino de Víznar a Alfacar (Granada), se cortó de cuajo una brillante y prometedora carrera que seguro que nos hubiera aportado muchas más obras de las que nos dejó.
Personalmente, descubrí la obra de Federico García Lorca en profundidad, cuando cursaba mis estudios de COU en el Instituto de Astorga, más por iniciativa propia que por la voluntad del profesorado de Literatura. Especialmente su teatro, que me atrapó aún más que su poesía. Aún conservo el libro, con sus obras en una edición del Círculo de Lectores, que releí un montón de veces.
Me atrajo especialmente la visión sobre el mundo de la mujer y toda la visión sexual que encierran obras como Bodas de Sangre, Yerma y La Casa de Bernarda Alba. Y Yerma se convirtió en una de mis obras preferidas, dentro de esta trilogía que recoge como ninguna otra obra todo un mundo de tragedia, lleno de símbolos a través de los cuales se pone de manifiesto un mundo de realidades que si entonces era complicado abordar hoy no han encontrado mucho más espacio entre el común de la sociedad.
Muchos de los aspectos, de ese mundo personal e interno, que lastra a las figuras que protagonizan las obras siguen estando hoy de total actualidad.
Esta madrugada, hará 79 años que la barbarie se llevó para siempre una de las voces más potentes de la literatura. Su obra poética más conocida sin duda que la teatral. Y en un momento en que la sociedad se presenta especialmente bárbara y cruenta hacia la mujer, y en un momento en el que muchas de ellas vuelven a callar, yo recomendaría una lectura reflexiva y pausada de estas tres obras teatrales. Desgraciadamente, nos hablan de clichés que aunque hayamos creído superados hace mucho tiempo, cada vez se manifiestan más palpablemente en una sociedad que en muchos de sus gestos diarios sigue afianzando el machismo y la discriminación entre sus "valores".
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