A veces la vida es una sucesión de casualidades que te van llevando por un camino en el que se van sucediendo toda una serie de hechos encadenados. Aparentemente, esos hechos son casuales y no tienen nada que ver unos con otros, pues uno no te ha llevado directamente al siguiente. Se han ido produciendo de manera aleatoria, de manera fortuita. Pero, cuando tras dichos acaeceres tomas un poco de distancia sobre ellos y analizas los hechos, a veces te preguntas si no habría algo en el destino dispuesto a unirlos entre sí.
Algo así me ha pasado a mí en los últimos meses con respecto a una serie de novelas y de películas que han ido llegando hasta mí, sin buscarlas, de forma casual. Curiosamente han confluido en ellas distintos puntos de conexión. Todas reflejaban fundamentalmente la realidad femenina, y en todas ellas se aludía a la relación de estas con las últimas guerras sufridas en España y en Europa. Las ausencias vividas, las vejaciones sufridas, las cicatrices dejadas…, y también el papel representado para luchar contra la injusticia, la barbarie, la discriminación. Y la manipulación utilizada tantas veces sobre esas mujeres, por unos y por otros.
Dejaré para otro momento las películas, pero si me gustaría compartir las impresiones vividas con la lectura de dos de esas novelas.
El primero de los libros, “La canción de Ruth”, de Marifé Santiago Bolaños, una novela diferente, que a través de la historia de su protagonista nos va enlazando la de diversas generaciones desde el dolor y la memoria. Se trata de una novela con una estructura muy poco convencional con la que Marifé Santiago, a partir del rico lenguaje y el pulso poético que desprende toda su obra, teje una hermosa y emocionante historia que descansa en la lucha contra el olvido y en la búsqueda de los orígenes del dolor personal y colectivo de quienes han vivido una época decisiva en la construcción del siglo XX.
En Astorga tuvimos ya la suerte de que nos la presentase el pasado mes de diciembre. Muy pronto, creo que el día 18 de febrero, estará en León, aunque aún no sé el lugar. Para no perdérsela, pues las presentaciones de Marifé son siempre muy especiales.
Os mantendré informad@s
La otra novela llegó a mis manos como regalo de Reyes de una buena amiga. Aunque había oído muy buenas críticas al respecto, de momento no tenía intención de leerlo. Esta circunstancia me hizo cambiar de opinión. No me gusta dejar en el olvido los libros que expresamente me regalan. Sin embargo he de reconocer que últimamente las novelas largas me dan un poco de miedo, más que miedo “pereza”, diría yo. Será por la falta de tiempo que arrastro con tantas cosas entre las manos. Fue una casualidad más, como lo fue haber topado con aquellas películas en una de esas cadenas privadas de televisión en una de esas noches que no te apetece hacer nada más que adormecerte en el sofá, ante una película cualquiera. Pero que finalmente consiguió encandilarme y mantenerme atrapada desde el principio, desvelado el sueño hasta los títulos de crédito. Después de quitarme esa pereza que me daba el considerable volumen de “El tiempo entre costuras”, de María Dueñas, me decidí por fin a leerla. He de reconocer que las primeras hojas me costaron un poco. Tal vez no era el momento más adecuado. Pero poco a poco me fui sumergiendo en la historia hasta quedar definitivamente atrapada. Entre amores y desamores de la protagonista, la autora nos va mostrando un excelente retrato de una época histórica demasiado cercana que aún sigue mostrándonos más sombras que luces, y del papel que algunas mujeres pudieron desempeñar en el devenir de los hechos, como espías, como confidentes, como observadoras… Un magnífico relato cargado de sorpresas, escrito a la tradicional usanza de las buenas novelas de intriga pero con un trasfondo socio histórico que la ha hecho, para mí al menos, finalmente muy interesante.
Poco tienen en común ambos libros a no ser que ambos están escritos por mujeres y hablan de mujeres, y de las secuelas que dejan en sus vidas las situaciones bélicas en las que se ven envueltas. Son planteamientos totalmente diferentes, con formas de escritura diferente. Pero ambos nos pueden resultar imprescindibles para comprender la tragedia de la guerra y cómo sus consecuencias trascienden mucho más allá del momento en sí, marcando para siempre las vidas de quienes se ven afectados/as por ella, especialmente de quienes son o se consideran más débiles, y por tanto más vulnerables, generalmente niñ@s y mujeres.